En pastoral siempre hay que sumar, nunca restar. Mi pequeña aportación a la misión . "Sé apóstol de la verdad y el bien", un deseo de mi fundador José Gras .
lunes, 28 de noviembre de 2011
domingo, 20 de noviembre de 2011
VENID BENDITOS DE MI PADRE
Os dejo esta historia a la que José Gras hace alusión en el Bien de Noviembre de 1884 en la sección de "Lecturas balsámicas"
“LOS TRES AMIGOS”.
Un hombre tenía tres amigos, y a dos de ellos sobre todo los quería mucho.
Un día fue acusado de un gran crimen ante la justicia, por más que era inocente.
¿Quién de vosotros- dijo a sus amigos- quiere acompañarme y declarar en mi favor?
El primero se excusó pretextando ocupaciones; el segundo le acompañó hasta la puerta del tribunal; parose allí y se volvió temiendo la cólera del juez; el tercero, que era con el cual menos había contado, entró, habló a favor suyo y atestiguó su inocencia con tal convicción, que el juez, no solo le envió libre, sino que le premió.
El hombre tiene en este mundo tres amigos. Cuando Dios le llama, a la hora de su muerte, el dinero, su amigo predilecto, no va con él. Sus parientes y amigos le acompañan hasta la tumba y se vuelven a su casa. El tercero, del que menos se ha acordado durante su vida, son sus buenas obras. Ellas solas le acampanan hasta delante de su juez, ellas le preceden en su favor, y encuentran para él perdón y misericordia.
Lectores de estas líneas, acordaos de las Obras Católicas, que tienen por objeto restaurar en la tierra el Reino de Cristo. El que trabajare por hacer reinar a Jesús en la tierra ¿cómo podrá dejar de ser recibido entre bendiciones en el cielo? (El Bien, nov.1884 pág.11-12)
Un día fue acusado de un gran crimen ante la justicia, por más que era inocente.
¿Quién de vosotros- dijo a sus amigos- quiere acompañarme y declarar en mi favor?
El primero se excusó pretextando ocupaciones; el segundo le acompañó hasta la puerta del tribunal; parose allí y se volvió temiendo la cólera del juez; el tercero, que era con el cual menos había contado, entró, habló a favor suyo y atestiguó su inocencia con tal convicción, que el juez, no solo le envió libre, sino que le premió.
El hombre tiene en este mundo tres amigos. Cuando Dios le llama, a la hora de su muerte, el dinero, su amigo predilecto, no va con él. Sus parientes y amigos le acompañan hasta la tumba y se vuelven a su casa. El tercero, del que menos se ha acordado durante su vida, son sus buenas obras. Ellas solas le acampanan hasta delante de su juez, ellas le preceden en su favor, y encuentran para él perdón y misericordia.
Lectores de estas líneas, acordaos de las Obras Católicas, que tienen por objeto restaurar en la tierra el Reino de Cristo. El que trabajare por hacer reinar a Jesús en la tierra ¿cómo podrá dejar de ser recibido entre bendiciones en el cielo? (El Bien, nov.1884 pág.11-12)
sábado, 19 de noviembre de 2011
viernes, 18 de noviembre de 2011
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